En LOS LIBROS ABIERTOS encontrarás algunas sugerencias para tu lectura. Pincha en la foto de los autores y disfruta un poco de su obra. No olvides dejar comentarios o recomendaciones.

LA TORRE OSCURA (fragmento)

Se sentó y la contempló extrañado. Mediría unos cinco metros de altura y parecía de sólido roble, aunque el roble más cercano debía de estar a unos cinco mil kilómetros de distancia o más. El pomo parecía de oro y estaba grabado con una filigrana que el pistolero tardó en reconocer: era la cara sonriente del mandril. No había ninguna cerradura en el pomo, ni encima, ni debajo. La puerta tenía bisagras, pero no estaban ligadas a nada… "O eso parece – pensó el pistolero. Es un misterio. Un maravilloso misterio. Pero ¿qué más te da? Te estás muriendo. Tu propio misterio, el único que en el fondo preocupa a todo ser, hombre o mujer, esta ya cerca." Aun así, daba lo mismo. Aquella puerta. Aquella puerta allí, donde no debería haber ninguna puerta. Estaba simplemente allí, sobre la playa gris, unos diez metros por encima de la línea de la marea, tan eterna en apariencia como el mismo mar, ahora proyectando su escuálida sombra hacia el este a medida que el sol se retiraba. Sobre ella, en letras negras, había dos palabras: EL PRISIONERO(Lo ha invadido un demonio. Ese demonio se llama HEROÍNA.) El pistolero oyó un ligero zumbido. Al principio pensó que se trataba del viento, o que el ruido procedía de su mente febril, pero poco a poco se convenció de que era el sonido de un motor… Y procedía del otro lado de la puerta. "Pues ábrela. No está cerrada. Sabes que no está cerrada." Sin embargo, se incorporó con torpeza y dio la vuelta hasta la parte trasera de la puerta. No había parte trasera. Sólo la playa gris que se estiraba. Sólo las olas, las conchas, la línea de la marea, las marcas de su propio camino – huellas de las botas y hoyos de los codos. Volvió a mirar y puso los ojos en blanco. La puerta no estaba allí, pero su sombra sí. Adelantó la mano derecha (tanto le costaba a la mano aprender su lugar en lo poco que le quedaba de vida). La bajó y levantó la izquierda. Golpeó, esperando encontrar sólida resistencia. "Si la toco, será como golpear sobre la nada. Eso sería una buena experiencia antes de morir." La mano sólo encontró aire allí donde la puerta, por invisible que fuera, debía estar. Nada palpable. Y el ruido de los motores – si realmente había sido eso – ya no sonaba. Ahora sólo había viento, olas, y el zumbido enfermizo de su mente. El pistolero volvió despacio al otro lado de aquella inexistencia, empezando a pensar que había sido una alucinación, un… Se paró. En un momento había estado mirando hacia el oeste donde veía sólo una ininterrumpida extensión gris, y al momento siguiente la visión quedaba cortada por el canto de la puerta. Veía la cerradura, que también parecía de oro, el pistón que sobresalía como una lengua de metal. Rolando movió la cabeza unos centímetros hacia el norte y la puerta desapareció. Volvió a la posición inicial y allí estaba de nuevo. No aparecía: simplemente, allí estaba. Acabó de dar la vuelta y se encaró a ella. Podía rodearla por el otro lado, pero estaba convencido de que el resultado sería el mismo, sólo que esta vez se caería. "Me pregunto si podría cruzarla desde el lado de la nada." Ah, había muchas cosas que preguntarse, pero la verdad era simple. Había una puerta en una playa infinita y sólo servía para dos cosas: para abrirla, o para dejarla cerrada. Con una pizca de sentido del humor, el pistolero se dio cuenta de que a lo mejor no se estaba muriendo todavía. Si no, ¿por qué iba a estar tan asustado? Alargó la mano izquierda y la posó en el pomo. Ni el frío mortal del metal ni el calor del grabado le sorprendieron. Giró el pomo. Tiró, y la puerta se abrió hacia él. Aquello nada tenía que ver con lo que hubiera podido esperar.