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*LA CLAVE ESTÁ EN REBECA (fragmento)

El hombre bajó la escalera. Sonja lo observaba, pensando: «¿Y ahora qué?». Cuando llegó al suelo, el desconocido se quedó frente a ella. Era un hombre pequeño. De rostro agradable y movimientos rápidos y precisos. Llevaba ropas europeas: pantalones oscuros, zapatos negros lustrados y camisa blanca, de manga corta.
-Soy el inspector Kemel, y me honra conocerla.
Extendió la mano.
Sonja se dio la vuelta y se alejó, cruzó el cuarto hasta el diván y se sentó. Creía haber terminado con la policía. Ahora trataban de intervenir los egipcios. Se tranquilizó pensando que, al final, probablemente todo se arreglaría con un soborno. Tomó un sorbo de whisky mientras observaba a Kemel. Por fin dijo:
-¿Qué es lo que quiere? -Kemel se sentó sin que lo invitaran.
-Me interesa su amigo, Alex Wolff.
-No es mi amigo.
Kemel pasó por alto la frase.
-Los británicos me han dicho dos cosas del señor Wolff: una, que acuchilló a un cabo en Assyut; segunda, que ha tratado de pasar billetes ingleses falsificados en un restaurante de El Cairo. La historia no deja de ser curiosa. ¿Qué hacía en Assyut? ¿Por qué mató al militar? ¿Y dónde consiguió el dinero falso?
-No sé nada de ese hombre -dijo Sonja esperando que Wolff no llegara en ese momento.
-Pero yo sí -replicó Kemel-. Tengo otras informaciones, que los británicos pueden o no poseer. Sé quién es Alex Wolff. Su padrastro era abogado, aquí, en El Cairo. Su madre era alemana. También sé que Wolff es un nacionalista. Sé que fue su amante y sé que usted es nacionalista.
Sonja se había quedado helada. Permaneció inmóvil, sin probar la copa que se había servido, observando cómo el astuto detective exhibía las pruebas contra ella. No dijo nada.
Kemel continuó.
-¿Dónde consiguió el dinero falso? No fue en Egipto. No creo que haya aquí un impresor capaz de hacer ese trabajo. Y si lo hubiera, creo que fabricaría dinero egipcio. Por lo tanto, ese dinero proviene de Europa. Ahora bien, Wolff, también conocido como Achmed Rahmah, desapareció silenciosamente hace un par de años. ¿Adonde fue? ¿A Europa?
El regreso... Por la ruta de Assyut. ¿Por qué? ¿Quiso introducirse a hurtadillas en el país, pasar inadvertido? Quizá formaba parte de una organización de falsificadores ingleses y ahora ha vuelto con su parte de las ganancias. Pero no lo creo, porque no es un hombre pobre, ni tampoco un criminal. Así pues, hay un misterio.
«Lo sabe -pensó Sonja-. Dios mío, lo sabe.»
-Ahora los británicos me han pedido que vigile esta casa flotante y les informe sobre todas las personas que entran y salen. Ellos esperan que Wolff venga aquí. Entonces lo arrestarán, y luego obtendrán la respuesta. A menos que yo resuelva el rompecabezas primero.
¡Vigilancia sobre la casa flotante! Wolff nunca volvería. «Pero... ¿por qué me lo dice Kemel?», pensó Sonja.
-La clave, creo, está en el origen de Wolff: es a la vez alemán y egipcio. -Kemel se puso de pie y cruzó el cuarto para sentarse junto a Sonja y mirarla a la cara-. Creo que él está luchando en esta guerra. Creo que está luchando por Alemania y por Egipto. Creo que el dinero falso proviene de los alemanes. Creo que Wolff es un espía.
Sonja pensó: «Pero no sabe dónde encontrarlo. Por eso está aquí».
Kemel le clavó los ojos. Ella se volvió, temerosa de que pudiera adivinar sus pensamientos mirándole a la cara.
-Si Wolff es un espía, yo puedo capturarlo. O puedo salvarlo -dijo el detective.
Sonja se volvió bruscamente.
-Eso ¿qué significa?
—Quiero verle. En secreto.
-¿Por qué?
Kemel mostró una sonrisa astuta y cómplice.
-Sonja, usted no es la única que quiere que Egipto sea libre. Somos muchos. Queremos ver a los
británicos derrotados y no somos quisquillosos en cuanto a quién lo haga. Deseamos trabajar con losalemanes. Queremos ponernos en contacto con ellos. Queremos hablar con Rommel.

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